Centenario de la Estación y representación histórica Okupas.

Este fue “El Evento” de los últimos días. Para aquellos que estuvieron presentes aquel 25 de abril, sabrán que es así. Para los que se la perdieron, pasamos a relatarles brevemente lo acontecido.
Aquél domingo nublado, amenazado con lloviznas, se mantuvo afortunadamente así, amenazado, nada más. Y el lector podrá decir: “a estos les preocupa en demasía la cuestión del tiempo”… o, “no tienen otra manera de empezar los relatos”. Y puede ser, pero para los que estamos en Teatro Comunitario, sabemos que la cuestión del tiempo es crucial para la actuación al aire libre, y que cuando más despejado está el cielo, con sol y temperatura amena, más gente se acerca al lugar. Parece obvio, pero nos pareció válida la aclaración. Dicho esto, queremos manifestarles que también es cierto que no se nos ocurre otra manera de empezar el relato que mediante la simple descripción de cómo estaba climáticamente aquel día.

Decíamos, aquella tarde, el cielo del Centenario acompañó amistosamente todas las escenas de los Okupas, las cuales fueron preparadas exclusivamente para la ocasión. Se hizo una Represtación Histórica, de Época.
Todo empezó a las tres de la tarde. La gente, mucha gente, daba vueltas en los puestos de feria, compraba dulces o simplemente estaba sentada tomando mate.
A esa hora descendieron de la Estación e irrumpieron en el playón de adoquines los primeros integrantes. El asombro del público fue notable. Los trajes de época, los paraguas y abanicos, sumados a los pasos airosos de los primeros Okupas en salir, hicieron que el gentío empezara a sacar fotos y a filmar. Dejaron lo que estaban haciendo y los siguieron a paso lento hasta la vereda del Bar Mirapampa, donde estaba planeado realizar la primera escena. Los vecinos se agolparon en la esquina y empezó la actuación. Se vieron rostros de asombro y alegría, y luego interminables aplausos. Pero esto era sólo el comienzo.




Unos minutos después, fueron bajando los demás Okupas. Las pitucas centellaban en los adoquines; el Guarda de la Estación que lucía impecable, guiaba a la muchedumbre hacia el andén y sirviéndose del silbato anunciaba el arribo del supuesto tren. Pero no era el tren el que se acercaba, sino que a metros del andén se producía el encuentro conflictivo de dos familias de campesinos, la de la novia y el novio, que luego de presentarse dejaron las diferencias a un lado para armar el bailongo. Minutos después, salieron desesperados a buscar al cura perdido que había prometido el casamiento y cuya única resistencia la manifestaban dos hermanas de la novia que enseñaban insistentemente un lujoso rosario. Y Rosario era la inmaculada novia, y Rosendo su engominado pretendiente. Y allí estaban.
Dónde esta el cura? dijo el futuro suegro embravecido. Festejemos!!! respondió la tía abuela con damajuana en mano. Pero cuando el baile estaba en su apogeo y los novios bailaban del brazo con distancia prudencial, la gente se mezcló en la danza para luego acompañar cómplice y a paso lento la búsqueda del sacerdote. La muchedumbre se hizo parte de la obra y hasta tomó partido en lo que sucedía. Dónde está mi marido?? dijo una Okupas vestida de campesina….allá, allá contestaron dos vecinas riendo y señalando al suegro mezclado entre la gente.

Pero corría el año 1910 y se inauguraba la Estación Provincial y no había tiempo para casorios ni nada. El presentador, también engominado y de respetables bigotes, gritaba a viva voz en el palco oficial de la explanada de adoquines el arribo de las autoridades. El general del ejército con su espada quebrada, la señora oriunda de Francia en representación genuina de los intereses nacionales, el cura con voz escuálida y el gobernador con Su señora, se aprestaban a inaugurar el Edificio para que el progreso camine sobre vías. Se nombra cada uno de los invitados ceremoniales y al público más reconocido. El sector popular es presentado con desdén y se enaltece a las familias realmente importantes, “que tanto han contribuido a la grandeza de nuestra Patria”, explica el obsecuente presentador. Pero los aúna la apertura de la Estación y casi sin darse cuenta están todos los sectores sociales mezclados. Es el pueblo unido.

Acto seguido, el Gobernador con Su señora cortan la cinta de inauguración y se procede al aplauso simbólico. Pero a los suegros y suegras y a ambas familias, poco les importa el tren, o mejor dicho, les importa muchísimo ya que es el único medio de transporte rápido que facilita la vuelta al poblado; pero en ese momento, lo que más les importa a ellos es que el cura cumpla con su palabra y lleve a cabo la ceremonia de boda. El sacerdote intenta huir pero es encaminado por las “fuerzas del orden” a cumplir con su deber supremo.
Así termina el día señores y señoras, con la inauguración de la Estación Provincial como acto que convoca a todo el pueblo y unifica intereses. Con la esperanza de construir distintos caminos, otras vías mas acordes con nuestros deseos; de anhelos de nuevas relaciones y sueños de afecto y amor… quizás representado en la pareja de jóvenes.

Se concreta el casamiento y se sella con un beso.
Los vecinos aplauden apasionadamente.
Salud!!!

Comentarios

  1. Linda tarde y relato de lo acontecido en ese 1910!!
    saludos okupas!!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario